Homenaje a Antonio Sánchez con motivo del centenario de la bodega Toro Albalá

 Publicado el Por MANUEL MARÍA LÓPEZ ALEJANDRE

Antonio Sánchez. FOTO: Bodegas Toro Albalá. (photo: )
Antonio Sánchez. FOTO: Bodegas Toro Albalá.

Tras la pandemia, ha vuelto a celebrase la Cata Popular de Aguilar de la Frontera (Córdoba); como en años anteriores en la singular Plaza Ochavada o Plaza de San José, que vigila desde el punto más alto del pueblo la Torre del Reloj, torre exenta mandada construir a finales del siglo XVIII para que los vecinos supieran la hora. Desde entonces sigue funcionando, que sepamos sin averías, solo con la obligación de darle cuerda una vez a la semana tarea nada fácil que se ha ido heredando de padres a hijos.

La plaza volvió a llenarse para catar cinco vinos de manos de Mara de Miguel, nombrada mejor sumiller de Andalucía en 2022, que los fue acompañando con distintos palos de flamenco. Muy buena organización por parte del Ayuntamiento de Aguilar, que hizo un trabajo excelente. El año que viene volverá a su fecha primigenia, mediados del mes de julio.

Además de la vuelta a escena de la añorada Cata Popular, que llegó a contar en una convocatoria con más de 2.700 participantes, se homenajeaba también a las Bodegas Toro Albalá con motivo de cumplirse el centenario de su fundación y especialmente a Antonio Sánchez Romero, su propietario y director técnico.

El Antonio adolescente empezó a trabajar en la bodega de sus tíos, cursó Químicas y luego marchó a Burdeos para estudiar Enología en la prestigiosa universidad de dicha localidad. Ni que decir tiene que volvió con conocimientos e ideas renovadoras, que supo aplicar a la bodega familiar. En esos momentos, a su regreso de la ES de Enología de Burdeos, quizá fuese el enólogo mejor preparado de la región y, sobre todo, con unas ideas que no coincidían con las tradicionales de la época en el marco de Montilla-Moriles.

Antonio se alejó de aquel mundo de garrafas y cisternas que le rodeaban y que a poco conducían. Basta conocer el agónico descenso del viñedo, del número de lagares y de bodegas sufrido en los últimos años en la D.O. Mientras, Toro Albalá no ha dejado de ampliar sus instalaciones; la penúltima ha sido la bodega de Moriles que cuenta con 1.000 botas que guardan viejos vinos y vinagres de gran calidad. La última, las enormes naves de la antigua bodega de Moreno S.A., que van a ser destinadas a diversos usos.

El esfuerzo, el buen gusto y la constancia dan sus frutos. En 2021, la prestigiosa ‘Guía de Vinos Gourmets’ ha elegido a Bodegas Toro Albalá, de Aguilar de la Frontera, como Mejor Bodega del Año, en la edición trigésimo sexta de estos reconocimientos. En la propia mención se reconoce que estas bodegas aguilarenses están asentadas en una de las denominaciones de origen más antiguas de nuestro país como es el caso del marco Montilla -Moriles. Califican la zona como una tierra propia para la variedad Pedro Ximénez. Y, en concreto, el galardón se ha obtenido, según los editores de esta prestigiosa guía, “por ser artistas en la elaboración de los vinos generosos”.

Desde el principio, Antonio Sánchez apostó con valentía por la singularidad y la calidad. Innovó en envases, etiquetado y aplicó a sus vinos una osada terminología relacionada con la electricidad; no olvidemos que la bodega primigenia se ubica en la antigua central eléctrica de Aguilar.

“Un capricho de alto voltaje”, decía mi amigo Peñín del famoso Fino Trifásico. Estas marcas, relacionadas con el antiguo uso del edificio que alberga la bodega, llamaban la atención en un mundo que poco o nada había evolucionado porque mirarse el ombligo, hablando coloquialmente, sigue siendo práctica habitual en el marco de Montilla-Moriles. Se cree que sus singularidades deben ser conocidas por todos; lamentablemente, no es así

La electricidad fue envasada y sigue ahí en botellas e, incluso, en bombillas del tamaño de las antiguas de 200 w. Locura para los coleccionistas.

Ya había comenzado las obras de la nueva bodega, hablo de hace unos 30 años, que alberga viejas soleras de todo tipo de vinos de la zona.

Y como la creatividad no cesa, pocos años después surgió el proyecto de la que yo denomino Bodega Aérea. Botas centenarias de amontillados, firmadas por personalidades de todo ámbito, colocadas sobre columnas de fundición, a cuatro metros de altura. Interconectadas, para demostrar fehacientemente cuánto vino se pierde por transpiración durante la crianza, que algunos no lo creían.

Debajo, mirando a las botas, una parte de la inmensa de la acristalada colección de libros de vitivinicultura que atesora la bodega, distintos tipos de tierras y una espaciosa sala de catas. Y cerca un interesantísimo museo en el que el visitante puede encontrar de todo.

Admiro la tertulia bodeguera, me gusta ese rato de copas entre amigos al terminar la jornada. Antonio ha sabido mantenerla y yo diría que de esa tertulia han salido grandes proyectos, entre otros la citada Cata Popular.

Tertulia grata y creativa a la que cada vez tengo más dificultad para asistir. Hay que volver a Córdoba... sin el privilegio de degustar unos finos únicos. Ahora la reunión diaria es en el candelecho, que así llama a una carpa instalada para tomar las copas de antes de comer.

Muchas iniciativas han surgido de estos gratos coloquios.

En la historia de Antonio debo destacar el lanzamiento mundial del dulce Pedro Ximénez con la marca Don PX.

El Pedro Ximénez era un vino desconocido, no ya solo para el gran público, si no para la gran mayoría de los catadores de hace más de treinta años. Voy a exponer un caso que confirma mi aseveración: A finales de los 80 se organizaron las Catas Concurso Descubriendo. En la de Tenerife, un jurado, de recocido prestigio a nivel de vinos tranquilos, descalificó dos vinos presentados por una bodega de Montilla, concretamente de Alvear que, recientemente, han obtenido la máxima valoración. Vamos aprendiendo. Uno era un maravilloso amontillado y el otro un viejísimo Pedro Ximénez. Los catadores dijeron que el amontillado era demasiado punzante, que estaba acetificado, que les recordaba al vinagre. Obviamente, no habían catado jamás un amontillado viejo, rey de los vinos generosos y su ignorancia los llevó a descalificarlo. Respecto al Pedro Ximénez manifestaron que era demasiado denso, en dos palabras, un jarabe. Tampoco conocían este vino, rey de los vinos dulces.

Estuve hablando con Antonio de este desacertado veredicto y de la necesidad de dar a conocer ambos vinos a enólogos, prensa especializada y consumidores. Y empezamos a trabajar con mucho afán y escasos medios económicos, pero, al final, ahí está los resultados. Los visitantes vieron las paseras, conocieron en directo la elaboración y se admiraron al ver qué mosto salía de las prensas, y lo que luego ocurría cuando se sometían a crianza. Aun así, recuerdo unos técnicos franceses que repetían una y otra vez que olían a higo pasificado. No entendían que la uva PX pudiese llegar a ese grado de pasificación.

La docencia dio sus frutos. A partir de mediados de los 90 los PX ganaban, en su categoría, concurso tras concurso, nacionales e internacionales. Su uso se incorporó también a la cocina y a otros menesteres enológicos.

Tras años de trabajo, esta labor cumplió sobradamente su objetivo. Por ejemplo, en el 1998, diez años después del bochorno de Tenerife, el Concurso Internacional Bacchus premió al Don PX Convento 1939 con un Gran Oro y fue nominado como uno de los mejores vinos del concurso. Los catadores iban conociendo los tesoros.

En 2013, el Don PX Convento fue calificado con 100 puntos por Robert Parker; así figura en la revista ‘The Wine Advocate’. Fue el primer vino dulce Pedro Ximénez en obtener la máxima puntuación, y también, por vez primera, uno de los tres vinos que obtuvo 100 puntos entre los clásicos andaluces

Qué más decir del enólogo Antonio Sánchez. La revistar ‘The Wine Advocate’, una de las más importantes del mundo del vino, lo define así: “idealista, emprendedor, bodeguero con un carácter auténtico… un cerebro brillante de las ideas de Toro Albalá… un inusual en las bodegas de Montilla-Moriles”.

Antonio Sánchez. FOTO: Bodegas Toro Albalá.

Antonio Sánchez. FOTO: Bodegas Toro Albalá.

Añado: tradición, delicadeza, cariño, investigación y esfuerzo se transmiten en cada una de sus botellas, como si de historias de vida se trataran. El legado de Antonio Sánchez, gran aficionado al coleccionismo y a la arqueología, no nos ofrece solo la creación de joyas enológicas, también la expresión de una manera diferente de entender la cultura del vino.

Pero Antonio no se ha quedado ahí. Su enorme inquietud lo ha llevado a investigar infatigablemente dotándose de todos los medios técnico necesarios. Tan es así que fue el propietario, ya hace muchos años, del primer “peachímetro” que se adquirió en Andalucía. También elabora vinos tranquilos, que hoy triunfan en el mercado.

Otro acierto de Antonio ha sido saber rodearse un grupo de excelente de colaboradores en la bodega, en la administración y en el equipo de gestión comercial, encabezado por su hija Rosario, Francisco Muñoz, su nieto y Antonio Sorgato, que han conseguido que los vinos y los vinagres de Toro Albalá se encuentren en todo el mundo, labor nada fácil. Además, con unos precios altos, envidiables, desconocidos en la D.O.

Antonio apostó con éxito por la calidad y la singularidad. Pedro Ximénez y amontillados viejísimos, junto grandes finos y, desde hace años, con los grandes vinagres que envejecen en la bodega de Moriles

Qué más puedo decir de este viejo amigo, entrañable, incansable alquimista enológico, sencillo, humilde en su sabiduría vinatera y en el trato humano. Tímido y cordial al mismo tiempo, siempre dispuesto a comenzar una nueva singladura… la última en el Bierzo, D.O. en la que ha adquirido una bodega.

Por eso no me extraña que su descripción por la revista ‘The Wine Advocate’. Totalmente acuerdo; creo que se quedaron cortos. Por estas tierras hacen falta muchos Antonio Sánchez

Finalizo con la transcripción de una noticia que he recibido recientemente. Creo que será apreciada por los lectores: “Coincidiendo con el 100 aniversario de Toro Albalá, y añadiéndose a los éxitos obtenidos en todos estos años, dos de sus vinos obtienen 99 (Don PX Convento Selección 1946) y 98 (Don PX Centenario Single Cask) puntos en la publicación estadounidense ‘The Wine Advocate’.


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