El Colegio de Ingenieros Agrónomos de la Región de Murcia pide la Medalla de Oro para Casa Castillo

 Publicado el Por SeVi

Los 100 puntos que la prestigiosa publicación ‘The Wine Advocate’ otorgó recientemente al vino Pie Franco 2020, de bodegas Casa Castillo, refrendan el potencial vitivinícola de la región de Murcia y ponen la rúbrica a una larga trayectoria marcada por la excelencia, situándolo al lado de tótems como el Vega Sicilia Único de 1962, el Marqués de Murrieta Castillo Ygay blanco de 1986 y de bodegas míticas como Pingus, Artadi o Clos i Terrasses, por no alejarnos del territorio nacional. Lejos de ser una excepción, la máxima puntuación alcanzada por el vino de la bodega que encabeza José María Vicente es la consecuencia directa de años de una labor sustentada en el respeto al terruño, rasgo que se hace extensible no solo a otros vinos de la propia Casa Castillo (98 puntos para Las Gravas 2020 y 97 para el Pie Franco de 2017) sino a los elaborados por firmas de las Denominaciones de Origen de Yecla, Bullas y Jumilla como Bodegas Cerrón (ahí están los 95 puntos de La Calera del Escaramujo 2020 o los 94 de El Cerrico 2020 y Los Yesares 2020) o Bodegas El Nido (94 puntos para su El Nido 2019).

Las puntuaciones otorgadas por la guía creada por Robert Parker suponen la valorización del conjunto del sector y sitúan a Murcia como una de las áreas de relevancia dentro del panorama enológico internacional. El impacto mundial de la publicación norteamericana abre las puertas de la región a aquellos amantes del vino interesados en descubrir nuevas etiquetas que comparten características organolépticas con las referenciadas por el crítico Luis Gutiérrez en su artículo ‘España, Central y Mediterránea, aquí llega el sol, la legendaria añada de 2020’ para The Wine Advocate en el que señala que la añada 2020 presenta vinos “de una versión mejorada a la 2017, con más frescura y equilibrio, con muchas direcciones produciendo sus mejores vinos. Vinos sin timidez, con poder y concentración, como deben ser los del Mediterráneo, pero también, frescura, equilibrio, elegancia y filigrana”.

Por todo ello, el Colegio Oficial de Ingenieros Agrónomos de la Región de Murcia (COIARM) manifiesta que “ahora que se le acaba de hacer entrega de la Medalla de Oro de la Región de Murcia a nuestro tenista Carlos Alcaraz por sus éxitos internacionales, es un buen momento para reivindicar la trayectoria del sector vitivinícola y solicitarla para una bodega como Casa Castillo, que lleva años viviendo en la excelencia y cuya repercusión mundial es hoy incuestionable”.  

El decano del COIARM, Andrés Martínez Bastida, incide en que “desde una perspectiva sectorial este reconocimiento es importantísimo, más aún cuando atravesamos un periodo en el que asistimos a la reducción de la superficie vitícola, que se contradice con un aumento de la producción debido al cambio de sistemas de vaso a espaldera y de secano a regadío, algo que incide directamente sobre la calidad de la uva, cuestión fundamental para producir vinos de alto nivel. También hay que tener en cuenta el abandono de las explotaciones por parte de pequeños viticultores a causa del precio de la uva, lo que nos ha llevado a un modelo de bodegas con viñedos propios. Estamos inmersos en este proceso de cambio y este tipo de valoraciones vienen a demostrar que a pesar del momento crítico que atraviesa el sector vitivinícola no solo a nivel regional, sino también a nivel nacional, este ha demostrado que apuesta claramente por los vinos de calidad frente a las producciones a granel de otras regiones”.

Impulsada por sus tres denominaciones de origen y con capacidad para aglutinar proyectos longevos e iniciativas de carácter minimalista, el sector se postula como la locomotora que ha de impulsar el tren del desarrollo rural. Para Martínez Bastida, “las zonas vitivinícolas de la Región de Murcia son ahora mismo y sin ninguna duda el centro de atención y eso generará innumerables opciones de negocio que repercutirán en la fijación de la población y, a su vez, de nuestro paisaje. Desde nuevos proyectos bodegueros a nuevas actividades que rentabilicen las externalidades del sector”. El decano del Colegio de Ingenieros Agrónomos señala que “las administraciones deberían estar preparadas para que todas estas inversiones que están en consonancia con la esencia de este territorio se afiancen cuanto antes y, como en todas las ocasiones, el COIARM está en disposición de colaborar para facilitar la obtención de las correspondientes licencias y autorizaciones”.

Proyecto Monastrell

Para José María Vicente, la catalogación que The Wine Advocate ha hecho de sus vinos demuestra que “no hay variedades malas ni innobles, hay que saber adaptar el cultivo, las elaboraciones y el perfil del vino al consumo actual sin perder la personalidad ni la tipicidad de los vinos de Jumilla. Los vinos de Casa Castillo tienen que ser representantes tanto del paisaje en el que surgen como de la filosofía de la bodega”. La monastrell adquiere así un valor capital. “Que críticos del calibre de Luis Gutiérrez o de James Suckling valoren así nuestros vinos supone una gran promoción para una variedad como la Monastrell, nos ayuda a ponernos en el mapa y, de hecho, no hay distribuidor de vinos que se precie que no cuente con dos o tres referencias de vinos elaborados con monastrell en su portfolio” apuntan desde Barahonda. En esa misma línea se expresa Juan Manrique: “por la situación geográfica y por sus características, entendemos que es una de las mejores zonas de España sino la mejor para elaborar Monastrell, porque en cuanto a altura, climatología y edad de los viñedos, podemos hacer vinos de alta calidad, trabajando siempre en ecológico, y apostando por un perfil de vinos con frescura y con la identidad propia del terroir”.

Afianzar la singularidad de la variedad ha derivado, por ejemplo, en la creación del proyecto ‘Monastrell’ que se está llevando a cabo junto a la Consejería de Agricultura y que pasa, como remarca Alfredo Candela, “porque nuestra variedad alcance un grado de reconocimiento idéntico al que pueda tener la Verdejo en la denominación de origen Rueda y que se produzca esa identificación con la zona, más aún cuando tenemos una variedad tan exclusiva. Creo que somos una industria importante y hemos de aprender a trabajar conjuntamente y tener una estrategia a largo plazo para lograr ese tipo de posicionamiento”.

Estado del sector

Desde COIARM reconocen que ha habido un claro cambio de tendencia: “antes no teníamos problemas de producción, pero sí de elaboración. Ahora es al revés, se están haciendo mejores vinos que nunca y la apuesta por los vinos de calidad posiciona al sector vitivinícola regional que busca la excelencia en sus caldos, pero que a la vez necesita de otros vinos para para poder mantener la actividad. Nuestra batalla, como ingenieros agrónomos, pasa por apostar por una mejora continua del sistema productivo: mejorar el manejo del cultivo y las infraestructuras de las propias bodegas, porque la tecnología, el terruño y la calidad no están, en absoluto, reñidas, sino todo lo contrario. Con la incorporación de tecnología seremos capaces de hacerlo mejor”.

El decano del colegio sugiere que “el sector vitivinícola, no solo a nivel de la región sino a nivel nacional, tiene un gran recorrido y tiene que ser un gran revulsivo para el medio rural, pero hay que mejorar la estructura, la organización y la planificación para asegurar la sostenibilidad a largo plazo y la integración de esos pequeños productores que hoy están abandonando sus viñedos. Para ellos es fundamental que las administraciones cambien el sistema de apoyo al sector pasando a un sistema más integral, similar al que se lleva a cabo con los programas operativos de frutas y hortalizas, donde existe un apoyo global a la actividad en lugar de apoyos puntuales como los que se aplican en el sector del vino, en el que de forma independiente se apoya a la viticultura, a la exportación, etcétera”. Para Martínez Bastida, “las herramientas existen, sólo es cuestión de ordenarlas y agruparlas de forma global para que se pueda realizar una planificación integral de todas las actuaciones del sector y los pequeños agricultores no tengan que abandonar sus cultivos”.

Juan Manrique aporta una visión distinta, más global. “Hablar del sector de una manera general es complicado” matiza, y expone que “el mercado del vino tiene una particularidad propia en función de cada país, hay mercados en los que el vino español está limitado a referencias más entry level donde es muy complicado introducir referencias de valor que no sean de Rioja o de Ribera del Duero y hay otros mercados que funcionan justamente a la inversa, en los que su buscan los vinos de mayor calidad. Hablamos de un mercado muy diverso y en el cada país tiene sus propias normas, lo que requiere de un alto grado de adaptación para ser capaz de dar servicio a cada uno de ellos”.

 

 

 


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