Valentí Roqueta, presidente de Roqueta Origen: “Hay que hacer un vino que hable del territorio”

 Publicado el Por Jesús Ávila

Valentí Roqueta, examinando visualmente las cepas de sus viñedos. FOTO: JORDI ELIAS / ABADAL (photo: jordielias@jordielias.net)
Valentí Roqueta, examinando visualmente las cepas de sus viñedos. FOTO: JORDI ELIAS / ABADAL

Valentí Roqueta Guillamet es, sin duda, una de las personas que más entiende de la cultura del vino en nuestros días en Cataluña. Fiel a sus profundas raíces del Bages, ha hecho de su querida comarca, situada en el corazón geográfico de Cataluña y a la sombra de la montaña sagrada de Montserrat, un territorio de referencia a nivel mundial sobre el vino y la vinificación. Hablar con Valentí Roqueta es entrar en un libro abierto que transmite aromas a tierra cultivada de viñedos.

Su pasado vitivinícola se remonta a numerosísimas generaciones, que arrancan a finales del siglo XII, cuando el mundo occidental tenía al románico como arte espiritual y las gentes, verdaderos jardineros del paisaje, seguía los husos horarios con los toques de las campanas de las torres de las iglesias; los monjes eran los verdaderos paters vinarius. Hoy, los vinos del Bages son cita obligada en las más afamadas vinotecas de todo el mundo, y gran parte de este éxito se lo debe a este hombre, cuyos conocimientos aprendidos de sus padres y abuelos ha sabido también transmitírselos a sus hijos y nietos.

¿Cómo vive la viticultura?

En mi familia siempre hemos entendido la viticultura como un modo de vida, como una razón de ser. Des del siglo XII mis antepasados ya cultivaban el viñedo alrededor de la masía Roqueta, la masía familiar, y me transmitieron esta pasión, que ha transcurrido generación tras generación.

Un pasado vinícola muy arraigado a nuestra comarca, el Bages, tierra de viñedos y de buen vino, con una tradición vitivinícola tan antigua como su propia historia y con unas características que le confieren un carácter único y singular a los vinos. Buscamos que estos sean fruto de esa combinación única que nos ofrece nuestro territorio y contengan su expresión más auténtica y singular, mostrándose fieles al lugar donde han nacido y a una forma de hacer.

¿Por qué es importante el cuidado del viñedo?

El cuidado y el mimo con el que tratemos el viñedo y su entorno se transmitirá en la copa de vino que el consumidor podrá disfrutar más adelante.

Pero esta importancia definitivamente va más allá del disfrute en la copa. Y es que, como elaboradores de vino, tenemos el deber y la vocación de preservar este entorno y este paisaje. En nuestro caso, en el Bages contamos con un enorme patrimonio paisajístico y un entorno privilegiado que debemos preservar. Porque si matamos nuestra agricultura, matamos nuestra historia, y debemos preservarlos para las generaciones venideras.

Siguiendo en la línea de la preservación del paisaje, el cambio climático es ya una realidad. ¿De qué modo trabajan para hacerle frente?

Una de nuestras líneas de trabajo más significativas es la recuperación y puesta en valor de las variedades históricas y tradicionales de la zona. En nuestro caso, en el Bages, las uvas Picapoll, Sumoll y Mandó conforman nuestra identidad y futuro, consideradas variedades de uva de futuro por su buena adaptación al cambio climático debido a su maduración tardía.

Velamos por una viticultura sostenible y por el respeto al entorno. Creemos en la estética del paisaje de la finca como un bosque mediterráneo con pinos, robles, higueras, y olivos, entre otros, todo ello bañado por un sotobosque de hierbas aromáticas, y velamos por el cuidado de la fauna animal que la habita, fomentando activamente la biodiversidad de la zona.

En nuestra región, la piedra seca es un patrimonio único, tanto por su interés histórico como por su utilidad vinícola. La orografía irregular de nuestros viñedos, de bancales a diferentes niveles, se ve favorecida por la construcción y preservación de muros de piedra seca, útiles para preservar el suelo y retener la humedad, aconteciendo éstos también refugio para especies de aves, reptiles e insectos. También forman parte de este legado de piedra seca las barracas de viña de piedra seca (en la finca contamos con más de cuarenta barracas, todas ellas rehabilitadas) y las tinas de piedra seca.

Hablando de las tinas de piedra seca, recientemente han lanzado al mercado un vino fermentado en una de estas tinas de piedra seca, Abadal Arboset. ¿Nos puede contar más sobre este proyecto?

Abadal Arboset es un camino de innovación. Hay una frase de Churchill que creo que encaja a la perfección con este proyecto, y es que decía que “cuanto más atrás miremos, más adelante podremos avanzar”.

En 2009 impulsamos el proyecto Paisatges 1883, un proyecto vitícola que se concretó en el vino de tina Arboset, un vino experimental elaborado dentro de una tina de piedra seca, recuperando esa forma de vinificación ancestral, en un viñedo donde conviven diez variedades históricas. Viña Arboset es un símbolo vivo de la existencia, siglos atrás, de actividad vitícola en el Bages, cuando esta era uno de los principales medios de vida.

Momento de la extracción de vino de una tina en Mas de Arboset. FOTO: JESÚS AVILA

Momento de la extracción de vino de una tina en Mas de Arboset. FOTO: JESÚS AVILA

Fruto de la continuidad de toda la experiencia lograda durante estos años de investigación, recientemente nacía Abadal Arboset 2017, un vino extremo, profundo y auténtico que personifica la evolución natural de aquel proyecto experimental pionero.

¿Cómo deberán afrontar los nuevos retos en materia de vinificación las generaciones futuras?

El vino es un producto vivo en sí mismo. Hay que observar el territorio donde nace y adaptarse en cada momento a sus características únicas, tales como la climatología, el tipo de suelo, las condiciones ambientales, ... El vino es un camino de vida que debe trabajarse día a día. Hacer un vino sin defectos ya no es una dificultad, pero con esto no es suficiente; hay que hacer un vino que hable del territorio.

¿Cuáles cree que serán las tendencias en el mundo del vino para este 2022?

Creo que hay una tendencia hacia los vinos de perfil más fresco, y también a la reafirmación de las variedades de uva tradicionales de cada territorio, que contribuyen a compartir en la copa los matices más identificativos de cada región.

Pienso también que el vino es una tendencia en sí mismo. A pesar de que siempre ha existido, hace unos años no se hablaba de la cultura del vino. Pero cada vez el vino tiene más presencia en la sociedad y en las mesas, y en diferentes y nuevos momentos de consumo; y soy optimista que esto se incrementará con las generaciones futuras. Porque el vino es la bebida de siempre y, como se suele decir, no se puede comer bien sin beber bien.

¿Y la previsión de futuro para el vino español?

Hay muchos factores de éxito que le auguran un buen futuro, como la profesionalidad y pasión de los viticultores unidos a nuestra diversidad de territorios y terroirs, el clima, el ser un producto idóneo para disfrutar a nivel social, el potencial del enoturismo..., Y, también, porque es un elemento gastronómico, en un país en el que la gastronomía está en el centro de nuestras vidas y en constante evolución e innovación. Y el mundo del vino siempre debe mirar a largo plazo, ya que la mirada larga suele ser la profunda.


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