Descarbonizar el sector vitivinícola
Publicado el Por José Vicente Guillem

Desde hace tiempo, se vienen observando cambios de clima y se presta atención a todo lo referente a su incidencia en el viñedo, la industria enológica y los elementos colaterales que hacen posible que la uva madure, se elabore y el buen vino sea consumido con satisfacción. Puede decirse que, desde el campo a la mesa, el cambio de clima afecta a todo el proceso.
Existe cierta preocupación por lo que acontece en la viña y en la bodega y cómo se puede mejorar, no solo la técnica de campo y la tecnología en el vino, sino también avanzar e innovar en todo lo que representa cumplir con las exigencias de respeto al medio ambiente, ahorro energético o lo que comporta la aplicación de estos conceptos en un sector, sin secuestro del lenguaje, ni vulgarización de los términos. Tiempo real, lenguaje llano y sin falsas noticias.
Es público y notorio que, entre las condiciones de certificación de un viñedo, un vino y su comercialización aparecen nuevos modelos de actuación que imprimen carácter a nivel de comercio, distribución y tendencias de consumo. Que quien disponga de ellas estará en los mercados y quien no aporte esa información, no. Algo está cambiando. La sociedad está preocupada por su futuro y es necesario aportar soluciones acreditadas.
La propia legislación agroalimentaria a nivel mundial, comunitaria, española y en cada una de las CC.AA., incide en potenciar una agricultura más verde, ecológica, sostenible y biodiversa, explicando términos y conceptos como resiliencia, relocalización, regeneración, permacultura y descarbonización. Siendo cada vez más importantes las medidas que obligan a desarrollar actuaciones tendentes a mantener una economía biocircular al servicio de un mundo rural vivo.
Las incidencias del cambio climático en el sector han sido, y están siendo, estudiadas en los centros vitivinícolas más importantes del mundo y las adaptaciones apropiadas e idóneas consensuadas, analizadas y desarrolladas en institutos, asociaciones y empresas. Ejemplos hay de modelos de gestión que invitan a ser seguidos en la propia España.
La necesidad de actuar en esta dirección, en la sociedad de la alimentación y en el sector vitivinícola es actual. Pudiendo ser considerada como un elemento básico en la toma de decisiones sectoriales. Las estrategias de adaptación son consideran como “incubadoras” de proyectos de desarrollo rural, protección del territorio, innovación, generadores de nuevas economías, profesiones y empleos.
En un estudio desarrollado por mi persona, sobre “Efecto del cambio climático sobre el sector vitivinícola en la Comunidad Valenciana. Horizonte 2050”, realizado entre 2012 y 2015, se analizaban las evidencias, posibles adaptaciones del hecho en la C. Valenciana y se exponía un programa integrado desde el campo a la mesa con estrategias que minimizaran los efectos y aportaran soluciones.
Estudio que nacía de las publicaciones y trabajos científicos de los Premios Rey Jaime I de Medio Ambiente, trasladaba los conocimientos en la materia de un grupo de compañeros del universo mundo y su experiencia de campo y bodega; y concluía con la valoración técnica de lo que podía hacerse y qué partidas se debían aportar por la Administración y cómo el sector podía colaborar para optimizar resultados, compromisos y divulgar lo realizado.
Con motivo de la reciente reunión COP-25, he observado las diferencias entre las sociedades y los gobiernos, la apuesta por determinas colectividades por avanzar y otras por no progresar, la indiferencia hacia el mundo científico y su trabajo silencioso y eficiente y la puesta en escena de un mundo de vanidades sin límites. La orden está dada: hay que descarbonizar el sistema y alcanzar la neutralidad climática en 2050.
El cambio de clima afectará a muchos y en mayor o menor cantidad, según zonas. Entre las afecciones: superficies de viñedo, tipos de cultivo, variedades, madurez, tipos de vinos y su comercio, tanto a granel como embotellado. Pueden caer mitos, ritos y leyendas, pero los que hayan iniciado y seguido “la senda de los pocos sabios que en el mundo han sido” no solo superarán la crisis, sino que se verán favorecidos, gracias al camino iniciado y ventajas alcanzadas.
En tiempos de la huella de carbono, huella hídrica, del ahorro energético, de las energías renovables, de un comportamiento más ético ante el análisis de los problemas y mayor compromiso empresarial/cooperativo, es justo que se diga que hace tiempo el sector de la viña y el vino (para ello seguir la información y testimonio en SeVi) inició un proceso verde, respetó el medio ambiente en toda su cadena y luchó por vinos climáticamente neutros, disponiendo asimilar un sacrificio importante por un bien común.
La descarbonización no es proceso de un día. Requiere tiempo, programas a corto y largo plazo evaluables cada tiempo. Necesita formación, información, comunicación y nuevas tecnologías 4.0 y, sobre todo, profesionales comprometidos con mejorar la calidad de vida y mantener un planeta vivo, en una sociedad que no dejará volver al candil, pero que quiere progresar en un mundo mejor y más justo.
Se ha iniciado un camino hacia un mundo mejor y la civilización y cultura del vino debe seguir estando en la vanguardia de los acontecimientos. Un millón de hectáreas de viñedo, gran parte del mismo en terrenos pobres y climas duros y en zonas casi vaciadas, no merecen que sus casi 200.000 viticultores y más de 4.000 bodegas sean declarados como elementos contaminantes de un sistema que contribuyen, con su trabajo, a revitalizar y evitan males mayores.
Sería interesante disponer de un sistema de evaluación de estrategias, por zonas, y conocer, no solo el control del gasto, inversiones y realidades, sino el grado de beneficio en la naturaleza por la labor desarrollada y qué elementos de mejora se introducen para corregir errores y optimizar inversiones. En esta materia, la transparencia es confianza y credibilidad.
0 Respuestas(s) a “Descarbonizar el sector vitivinícola”
Comentarios disponibles para usuarios registrados