Las menciones de "crianza", "reserva" y "gran reserva": trayectoria, regulación y vigencia
Publicado el Por Luis F. Leza Campos
I.- Antecedentes
Parece existir un consenso en considerar que el envejecimiento de los vinos, y las menciones que se vinculan con dicho proceso, dejando fuera de este análisis a los vinos generosos (que merecen un capítulo aparte), ha tenido su punto de partida y su desarrollo más destacado dentro nuestra geografía, en el territorio de la Denominación de Origen Rioja. En dicha tierra se experimentaron e impulsaron procesos de mejora de las elaboraciones tradicionales, que tuvieron como hitos significativos, las experiencias de los hermanos Quintano, en Rioja Alavesa y posteriormente, a partir de mediados del siglo XIX, por las iniciativas lucidas y emprendedoras de los marqueses de Riscal y de Murrieta.
Básicos también fueron los intercambios de todo tipo que se produjeron como consecuencia de la llegada de las plagas y enfermedades que asolaron el viñedo europeo a partir de 1850 (mildiu, oídio y filoxera). En particular la filoxera se hizo notar en Francia en fechas bastante anteriores a su detección en los viñedos ibéricos. Téngase en cuenta que para la filoxera ya se identifica su presencia en Francia en 1863 y que a finales de la década de 1870 había causado muy serias pérdidas en el viñedo del país vecino. Su incidencia obligó a operadores de regiones como Burdeos a buscar fuera de dicho entorno los vinos que pudieran reemplazar, al menos coyunturalmente, las pérdidas de cosecha ocasionadas por la plaga.
La Rioja, por su emplazamiento y por su entonces ya significativa dedicación al negocio del vino, fue una de las opciones que más tuvieron en cuenta los negociants franceses para aprovisionarse de vinos que reemplazaran a los perdidos por la plaga. España en general, y Rioja en particular, se aprovecharon de esta coyuntura desastrosa para nuestros vecinos, que hasta final de siglo no afectaría significativamente a nuestros viñedos (la detección de la filoxera en La Rioja no tendría lugar hasta el año 1899).
Nuestros vecinos encontraron, en todo caso, unos vinos que precisaban ser adaptados a los usos y al perfil de los vinos de La Gironda. Habida cuenta del muy superior nivel enológico que se daba al otro lado de los Pirineos, la presencia y conocimientos de los enólogos franceses marcó una impronta para mejora e innovación de los vinos de las bodegas riojanas con las que contactaron. Rasgo fundamental en ellos fue la introducción de la tonelería de roble en la elaboración y en los procesos de envejecimiento de los vinos.
Tras la crisis filoxérica, y una vez recuperada la vitivinicultura nacional y específicamente la riojana, fue el momento de la consolidación de las bodegas fundadas en la época anterior y la creación de otras nuevas. En ambos casos, las nuevas técnicas y en particular el saber hacer vinculado al envejecimiento de los vinos en barrica, aportaron un indudable “gancho” comercial, permitiendo el despegue del negocio del vino. No obstante lo cual, cabe decir que a lo largo de un amplio periodo del siglo XX no se han encontrado textos legales que establezcan los requisitos precisos a cumplir por los vinos envejecidos, ni las menciones o términos que debían, en cada caso, distinguirlos.
Las primeras normas que pusieron en pie a la Denominación de Origen Rioja (ver nota nº1) se refieren con frecuencia a los vinos envejecidos y a las bodegas de crianza, pero sin que se llegue a indicar mayores precisiones. Tampoco encontramos evidencias al respecto en normas de alcance general, como fue el Estatuto del Vino de 1932, aprobado por Decreto de 8 de septiembre de 1932, ni tampoco en la más cercana en el tiempo, Ley 25/ 1970, del Estatuto de la Viña, del Vino y de los Alcoholes.
Santiago Mínguez
Un documento interesante que conviene ser tenido como clarificador de esos términos tan arraigados en algunas Denominaciones de Origen Felicitaciones, Sr. Leza