¿Es posible atrapar el alma del mar en una botella de vino?

 Publicado el Por Vicent Escamilla

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¿Es posible atrapar el alma del mar en una botella de vino? Con esta pregunta en mente acudimos a la presentación en Valencia del proyecto enológico de la bodega/arrecife artificial Crusoe Treasure. Su apuesta en el mercado es clara: la diferenciación y para ello han optado por criar (atesorar, es como ellos lo denominan) sus vinos bajo el Mar Cantábrico, en la bahía de Plentzia, en Bizkaia.

El reputado enólogo Antonio Palacios es el responsable técnico de esta iniciativa que es capaz de transformar en valor añadido todos los procesos que el mar “acelera” en la botella de vino en este arrecife artificial a 18 metros de profundidad (unas tres atmósferas de presión), sometido al oleaje y las mareas.

El mismo Palacios, fue el encargado de dirigir la cata de vinos atesorados. Defendió que los vinos que se seleccionan (no elaboran vino) deben tener estructura y condiciones de estabilidad microbiológica total para aguantar la crianza submarina.

Palacios explicó que la crianza de bebidas sumergidas en el mar tiene su antecedente en las botellas vino y champagne encontradas en pecios de naufragios, que se comprobó que seguían conservando características organolépticas aceptables. La bodega funciona como un auténtico “laboratorio submarino”, con controles mediante sondas submarinas e inmersiones periódicas para realizar las catas de seguimiento. El proceso del atesoramiento ya fue expuesto en SeVi en 2014.

La cata comprendió: Sea Soul Nº1, Albariño de la zona del Valle del Salnés; Sea Soul Nº3, Tinta Fina originaria de Peñaranda de Duero; Sea Soul Nº8, Garnacha de la zona del Moncayo aragonés; Sea Passion Nº6, Tempranillo y Maturana de la zona de la Sosierra (La Rioja) y Sea Passion Nº2, Tinta Fina de Peñaranda de Duero. Este último se cató en su versión “duet”, es decir probamos el mismo vino con proceso de atesoramiento submarino y sin él.

Vinos con un valor añadido que tienen en la exportación (el 90% de su facturación viene de mercados exteriores, de Suiza, por ejemplo) su principal salida, aunque empiezan a hacerse hueco en el mercado nacional.

De los mismos “padres” nace también la bodega Los Locos de la Bahía, esta vez criados de forma “terrestre”, de los que se dieron a catar Temprus El Loco, Tempranillo 100%; Garnax El Loco, Garnacha 100%; Vertxo El Loco, Verdejo 60% y Hondarrabi Zuri 40%; y Gartxo El Loco, Garnacha Blanca 50% y Hondarrabi Zuri (50%).


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