Una receta sencilla para triunfar
Publicado el Por Salvador Manjón
Aunque dar por superada una primera etapa, en la que asumir que el Vino es el que debe adaptarse a los mercados y encontrar el hecho diferenciador que le permita ser atractivo al consumidor, podría sonar demasiado pretencioso (especialmente considerando la evolución de muchas de nuestras bodegas y la escasa estructura comercial, tanto en el mercado nacional como de exportación); son pocas las que todavía hoy mantienen que deben producir lo que tradicionalmente han venido elaborando y descargar en los “comerciales” toda la responsabilidad de encontrar compradores que reconozcan su calidad y estén dispuestos a pagar por sus elaborados.
Y aunque los hay que consideran la globalización como una gran amenaza a la que es muy difícil hacer frente con nuestras condiciones de cultivo, la insistencia de todos los estudios que se publican y la validación que supone la experiencia de un notable número de bodegas españolas, de todo tamaño, estructura y localización geográfica, permiten asegurar que mantener la personalidad del origen, su terruño, variedades autóctonas, prácticas tradicionales…, lejos de ser un hándicap para darse a conocer por el mundo, suele ser un valor añadido mucho más preciado allende nuestras fronteras que en los mercados locales o de cercanía.
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