Impresiones sobre el concurso Bacchus 2013

 Publicado el Por John Umberto Salvi

El Concurso Internacional de Vinos Bacchus, en Madrid, se ha convertido en toda una institución en el calendario anual del mundo del vino y estoy completamente encantado de que haberme institucionalizado también en él. Este año se celebró la 11ª edición y he asistido a nueve de ellas. Es un certamen totalmente profesional, perfectamente organizado por la Unión Española de Catadores (UEC) y dirigido por Fernando Gurucharri y Miguel Berzosa. Como prueba de su éxito, se ha graduado, al pasar de ser una cata anual, lo que duplica también el placer que genera.
Como en ocasiones anteriores, los miembros del jurado nos alojamos en el Hotel Husa Paseo del Arte, justo en el corazón de Madrid, cerca de la estación de Atocha y cerca de los tres grandes museos. Las catas se celebraron de nuevo, en el fantástico, histórico y exclusivo club privado del Casino de Madrid. El edificio del Casino se erigió en 1910 aunque data como club privado del 1836. Cuenta con una fabulosa gran escalera y el Salón Real que fue donde catamos. Entre las pinturas que cuelgan de la sala se encuentra “Leda y el cisne” de Álvarez de Sotomayor. Tiene también una famosa biblioteca neogótica y fue oficialmente declarado edificio Bien de Interés Cultural en 1992.
La encomiable filosofía de Bacchus es bastante sencilla: contribuir a la expansión de la cultura del vino y elevar el nivel técnico y científico de los productores de vino.
Como he mencionado antes, la cata la organizó la Unión Española de Catadores con el patrocinio de la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV). Está reconocido por la OIV, Vinofed y el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente. Contó con el patrocinio de Rías Baixas, Vinos de Madrid y la Comunidad de Madrid, mientras que Riedel, Frigicoll, Sousas, Vinoselección y el IEI fueron entidades colaboradoras.
Este año tuvimos 1.559 muestras para catar, procedentes de 18 países. 1.293 de España, 104 de Portugal, 60 de Eslovaquia y las 102 restantes procedentes de otros 15 países. Por categorías, 923 vinos fueron tintos, 393 blancos, 95 espumosos, 85 rosados, 28 vinos de licor, 13 vinos de uvas sobremaduras, 13 vinos de uvas pasificadas y nueve vinos de aguja. Éramos 90, no 60, jurados en total, pero solo 60 catábamos en cada sesión, divididos en 12 comisiones de cinco jueces cada una. El motivo de que fuéramos un total de 90 fue que algunos jueces españoles fueron reemplazados por otros en alguno de los días.
Las normas de la OIV fueron respetadas escrupulosamente y se empleó siempre la hoja de cata de la OIV/UIO. El comisionado de la OIV fue Maurizio Marchetti, de Italia. Como siempre, los jurados estaban compuestos por enólogos, sumilleres, periodistas y unos pocos expertos destacados. Las catas se prolongaron durante cuatro días con un ritmo de más de 30 vinos al día por jurado.
Las condiciones de cata fueron casi perfectas. El hermoso Salón Real del Casino (antes mencionado), con sus fantásticas pinturas, frescos y esculturas, tiene una luminosidad espectacular, perfecta para catar. El aire es fresco y limpio aunque ocasionalmente se cuela un suave olor de la cocina. Las mesas se cubrieron con mantelería de lino, con grandes botellas de agua mineral sobre ellas, junto con nada menos que 10 copas, escupideras negras y biscotes. El servicio fue correcto, aunque en algunos casos algo lento, pero con solo 30 vinos para catar al día no había ninguna prisa.
Los requisitos para obtener medalla fueron algo más elevados que en muchos de los concursos actuales. 84 puntos para una medalla de plata, 88 para un oro y 93 para un gran oro. En muchos concursos solo se necesitan 82 puntos para las platas. Esto muestra claramente que el concurso Bacchus está resueltamente orientado hacia la calidad. Lo que nuestro jurado descubrió fue que este año tuvimos menos vinos muy buenos con medalla de oro y gran oro y menos vinos de muy baja calidad, dejando por tanto un gran número de vinos técnicamente correctos, sin defectos pero a menudo sin personalidad. Esto está, sin duda, muy relacionado con mejores técnicas enológicas, una urgente necesidad de medallas para impulsar las ventas de pequeñas bodegas y la reticencia de las mejores a enviar vinos con reputación ya adquirida y arriesgarse a no ganar los oros y perder, por tanto, esa reputación.
Para la puntuación se calcula la media de las notas de los cinco jueces. Cualquier puntuación que está por encima o por debajo de esta media se elimina y se calcula la nueva media. El resultado es la puntuación final y el ordenador estaba programado para hacer estos cálculos automáticamente. Esto tiene la ventaja de que las notas exageradas son eliminadas, pero el inconveniente de que anima a los catadores a mantener sus puntuaciones en la media por miedo a que sus puntos sean rechazados. Probablemente no haya un sistema perfecto.
El programa social fue como siempre generoso. Tras las dos sesiones de cata, un autobús nos llevó a visitar y a comer en bodegas de Vinos de la Tierra de Castilla. El primer día fue Finca Constancia, del Grupo González Byass; y el segundo Bodegas Martúe. Nadie puede negar que las visitas a bodegas y las catas de vinos son el maridaje perfecto para un concurso de vinos, pero estas visitas llevan mucho tiempo y tienden a comerse el tiempo libre para visitar las maravillas de Madrid. El primer día volvimos al hotel a las 19.00 y el segundo a las 18.00 horas. Tal vez se podría encontrar alguna forma para tener un almuerzo rápido y regresar así más temprano (paella o cocido y nada más, por ejemplo).
La primera de las tardes se dedicó a la ceremonia de bienvenida y la recepción en el hotel con el soberbio jamón del famoso Joselito. La segunda tarde consistió en un original y completo tour por los bares de tapas de Madrid, “Gastro Bacchus”, patrocinado por Vinos de Madrid, en el que se había preparado una tapa especial para nosotros en cada establecimiento. Fue muy divertido, pero los bares estaban totalmente abarrotados y el programa fue víctima de su propio éxito puesto que el público había sido alertado de este programa y acudió en masa a los bares en cuestión y en ocasiones consumió todas las tapas antes de que llegáramos. En cualquier modo lo disfruté muchísimo. La tarde siguiente fue una cena en El Barril de las Letras, patrocinada por la Fundación para la Defensa de la Calidad en los Alimentos. La última de las tardes consistió en una gran cena en el restaurante Europa Deco del hotel Urban, patrocinada por la D.O. Rías Baixas. Las comidas del tercer y cuarto día fueron en los restaurantes Valdebaco y Casa Patas. Desgraciadamente mi mujer y yo tuvimos que marcharnos antes de la última comida puesto que nuestro vuelo partía esa misma tarde.
Ya he dicho que Bacchus se ha convertido en toda una institución y estoy convencido de que lo seguirá siendo. Expresa a la perfección la máxima “trabaja duro, apuesta fuerte”, y pese a ser totalmente serio, constructivo, útil y provechoso, consigue mantener una atmósfera de amistosa camaradería y evita una excesiva reglamentación gracias a las habilidades y personalidades de su equipo organizador. Muchas gracias y enhorabuena.
Traducción: Vicent Escamilla
Palmarés aquí.


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