La viticultura heroica asturiana renace gracias a la investigación

 Publicado el Por Vicent Escamilla

Ha sido (y continúa siendo) un arduo trabajo, pero el sector vitivinícola asturiano parece estar renaciendo en su vertiente heroica (de fuerte pendiente). En 1986 la viticultura asturiana estaba prácticamente desahuciada, sin bodegas en funcionamiento. Fue entonces cuando un grupo de investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), al cargo de Carmen Martínez, responsable del equipo de Investigación de Viticultura de la Misión Biológica de Galicia, inició un estudio con el objetivo de determinar las variedades autóctonas de la zona, potenciar su conservación y, mediante un sistema de clonación, reproducirlas y comercializarlas para elaborar vino de calidad.
Actualmente, existe en la zona una I.G.P., la de Vinos de Calidad de Cangas, están en funcionamiento cinco pequeñas bodegas (Bodega Antón Chicote, Bodega La Muriella, Bodega Monasterio de Corias, Bodega Pesgos y Bodegas Obanca); hay un museo y una ruta del vino.
“El sector está recuperado y es dinámico”, manifestó a SeVi, Carmen Martínez, que señaló que hay interés incluso de bodegas de fuera de Asturias en establecerse ante las posibilidades de la zona.
La primera fase de la investigación consistió en la identificación de las variedades autóctonas y el establecimiento de un sistema de selección clonal para su reproducción. Así, se determinó, en 1991, como vides autóctonas el Albarín Blanco, el Albarín Tinto, el Verdejo Negro y el Carrasquín. El desarrollo de estudios de ADN permitió seleccionar y clonar aquellos ejemplares de mejor calidad. En 2007 finalizó la selección clonal y la certificación de las variedades de mayor interés para la producción de vinos, logrando la comercialización en exclusiva durante cinco años para los viticultores de Asturias.
No obstante el trabajo de investigación continúa en la actualidad y se está centrando en los estudios sobre la resistencia a enfermedades de las variedades oriundas de la viticultura de montaña en la zona suroccidental de Asturias, según el microclima de cada parcela. “Es viticultura de precisión y cada parcela es diferente de la contigua, con unas características propias en cuanto a factores ambientales, que le propician respuestas individualizadas ante enfermedades como el mildiu, el oídio o la botrytis”, explicó Martínez.
La científica defiende con pasión la viticultura heroica asturiana (el otro referente español de esta viticultura en fuerte pendiente lo aporta la Ribeira Sacra gallega). “Es una viticultura muy interesante, pero muy difícil. Aporta interés tanto en el aspecto científico, como en la elaboración y comercialización de vinos, pues son vinos muy personales y originales”, relató a esta publicación.


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